-¡La piedra! ¡La piedra!, dame la piedra preciosa, peregrino. El peregrino se levantó, se acercó al hombre que le gritaba y le dijo:
-¿Qué piedra quieres, hermano?.
-La noche pasada –le dijo el hombre con voz agitada- tuve un sueño en el que se me reveló que si venía aquí esta noche encontraría a un peregrino que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.
El peregrino hurgó en su bolsa y le dio la piedra diciendo:- La encontré en un bosque cerca del río. Puedes quedarte con ella. El desconocido agarró la piedra y se marchó a su casa. Al llegar, abrió su mano, contempló la piedra y vio que era un enorme diamante. Durante toda la noche no pudo dormir. Se levantó con el alba, volvió al lugar donde había dejado al peregrino y le dijo:
- Dame, por favor, la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de un diamante....
“...La verdadera riqueza no consiste en acumular cosas, sino en compartirlas...”